lunes, 9 de septiembre de 2013

MITOS Y ERRORES EN LA ALIMENTACIÓN

En relación a los mitos alimentarios, existen leyendas acerca de ciertos alimentos sin ningún fundamento científico. Recibimos información a través de muchos medios que nos informan sobre qué alimentos nos conviene o cuáles nos perjudican y qué dieta es más efectiva. Todos estos mitos pueden influir en nuestro comportamiento alimenticio y, como consecuencia de ello, afectar a nuestra salud.



“El pan engorda”
El pan es un alimento del grupo de los cereales, pasta, arroz, y es rico en azúcares complejos, siendo el nutriente que necesitamos en mayor proporción y lo que hace aumentar las calorías es, muchas veces, con lo que lo acompañamos (salsa, mantequilla, embutido.






“Los productos integrales adelgazan”
Los cereales integrales se diferencian de los refinados en que tienen un mayor contenido de fibra y minerales, pero su contenido energético es el mismo. La fibra posee un poder saciante y puede ayudar en el control del peso porque evita comer más cantidad de otros alimentos. Por ello, es recomendable su consumo pero no en grandes cantidades.

 



                    
“Beber agua durante la comida engorda”
El agua es un alimento que no aporta calorías, por lo tanto no engorda, ya se tome antes, durante o después de comer.








“Tomar la fruta como postre engorda”
La fruta aporta las mismas calorías antes, durante o después de comer. La fruta es un alimento rico en fibra y, por este motivo, en el control del peso se recomienda incluso consumirla antes, ya que su poder saciante evita consumir mayor cantidad de otros alimentos.







“Los frutos secos engordan”
Tampoco engordan los frutos secos por sí mismos. Y tienen efecto saciante que pueden ayudar a controlar el peso. Pero si se consumen en grandes cantidades y como suplementos de nuestra alimentación, nos harán ganar peso.







“Las grasas vegetales son más sanas que las grasas animales”
Las grasas vegetales o aceites son más saludables que las animales excepto las grasas de coco o palma. Estas dos grasas, aun siendo vegetales, son saturadas y, por tanto, perjudiciales. Tienen la capacidad de aumentar el colesterol sanguíneo y son perjudiciales para la salud cardiovascular. 

Estas dos grasas son más baratas y por ello se utilizan mucho en la industria alimentaria. Por lo tanto es importante leer las etiquetas y desechar los productos que contengan "grasas o aceites vegetales" pues utilizan el aceite de coco o palma. En cambio, los aceites de oliva y de semillas (girasol, maíz, soja) contienen grasas insaturadas que ayudan a reducir los niveles de colesterol en sangre. Su único inconveniente es que la industria alimentaria no los utiliza tanto porque son más caros.

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