En relación a los mitos
alimentarios, existen leyendas acerca de ciertos alimentos sin ningún
fundamento científico. Recibimos información a través de muchos medios que nos
informan sobre qué alimentos nos conviene o cuáles nos perjudican y qué dieta
es más efectiva. Todos estos mitos pueden influir en nuestro comportamiento
alimenticio y, como consecuencia de ello, afectar a nuestra salud.
“El pan engorda”
El pan es un alimento
del grupo de los cereales, pasta, arroz, y es rico en azúcares complejos,
siendo el nutriente que necesitamos en mayor proporción y lo que hace aumentar
las calorías es, muchas veces, con lo que lo acompañamos (salsa, mantequilla,
embutido.
“Los
productos integrales adelgazan”
Los cereales integrales
se diferencian de los refinados en que tienen un mayor contenido de fibra y
minerales, pero su contenido energético es el mismo. La fibra posee un poder
saciante y puede ayudar en el control del peso porque evita comer más cantidad
de otros alimentos. Por ello, es recomendable su consumo pero no en grandes
cantidades.
“Beber agua durante la comida engorda”
El agua es un alimento que no aporta calorías, por lo tanto no engorda, ya se tome antes, durante o después de comer.
“Tomar la
fruta como postre engorda”
La fruta aporta las
mismas calorías antes, durante o después de comer. La fruta es un alimento rico
en fibra y, por este motivo, en el control del peso se recomienda incluso
consumirla antes, ya que su poder saciante evita consumir mayor cantidad de
otros alimentos.
“Los
frutos secos engordan”
Tampoco engordan los
frutos secos por sí mismos. Y tienen efecto saciante que pueden ayudar a
controlar el peso. Pero si se consumen en grandes cantidades y como suplementos
de nuestra alimentación, nos harán ganar peso.
“Las
grasas vegetales son más sanas que las grasas animales”
Las grasas vegetales o
aceites son más saludables que las animales excepto las grasas de coco o palma.
Estas dos grasas, aun siendo vegetales, son saturadas y, por tanto,
perjudiciales. Tienen la capacidad de aumentar el colesterol sanguíneo y son
perjudiciales para la salud cardiovascular.
Estas dos grasas son más baratas y
por ello se utilizan mucho en la industria alimentaria. Por lo tanto es
importante leer las etiquetas y desechar los productos que contengan
"grasas o aceites vegetales" pues utilizan el aceite de coco o palma.
En cambio, los aceites de oliva y de semillas (girasol, maíz, soja) contienen
grasas insaturadas que ayudan a reducir los niveles de colesterol en sangre. Su
único inconveniente es que la industria alimentaria no los utiliza tanto porque
son más caros.
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